CARTA ABIERTA A LOS SRES. OBISPOS CATOLICOS-SEDEVACANTISTAS

Agosto de 2009.

Excelencias:
 
No me lleva a escribir esta carta ningún otro movimiento de mi alma que no sea la Caridad, según el “mandamiento nuevo” que antes de Su Pasión, Ntro. Salvador dio a los Apóstoles:”Que os améis unos a otros: para que así como Yo os he amado, vosotros también os améis unos a otros.En esto reconocerán todos que sois discípulos míos, si tenéis amor unos para otros”(Sn.Jn.)
 
 
Pido que no digan ” que nos viene a enseñar éste que está envuelto en pecados”, que me juzgue El que no los tiene, pero no miren quién escribe, sino lo qué escribe, que es resultado de ver cómo está tán resentida la Iglesia Católica dispersada en cientos de rebañitos sin el principio de la unidad y de gobierno que es el Sumo Pontífice.Aunque retirado del ministerio hace 15 años, tengo no obstante el carácter sacramental que no se pierde, así como tampoco he perdido la Fe y la conservo intacta por pura gracia de Dios: “En Dios esperó mi corazón y fui socorrido”(Ps.XXVII).
 
 
Beso sus anillos espicopales como si fueran mis señores, aunque sean mis iguales por el Orden Episcopal, y de rodillas les envío esta carta nacida del profundo amor y respeto que les profeso por ser consiervos del mismo y único Señor y Salvador, y Capitanes de Su ejército, pero nacida también de un profundo dolor producido por lo que a continuación les detallo.”YA NO DURMAIS, NO DURMAIS” Sta. Teresa
 
 
Sabemos que Dios saca bien del mal y confiamos en el poder de Ntro. Señor y Salvador Jesucristo, pero esta verdad no nos tapa los ojos ni nos ata las manos.Vemos con dolor y casi con impotencia insalvable el número cada vez más creciente de capillitas, congregaciones, sociedades, que cada nuevo obispo funda, como que esa fuera la razón que tienen para seguir existiendo, ellas sólo con él y él por ellas.Decimos que vemos con dolor cómo los obispos, que deben sostener y mantener la Fe Católica contra los errores y la apostasía están ocupados en cómo hacer crecer “su” rebañito de fieles a los cuales NADIE les encomendó.Vemos con dolor cómo se dispersan las fuerzas en un combate restringido para conservar su “autoridad” -sin cargo ni jurisdicción- atribuyéndose honores y cuidados no debidos en unos tiempos -como los nuestros- en los que por sobre todos los otros cuidados -que son accesorio y consecuencia- deberían ocuparse con urgencia y aún a costa de perder “sus” lugares -que nadie les dio- de unificar la Iglesia en una sola Cabeza, siendo que únicamente podrán apacentar y regir, como verdaderos pastores, si su autoridad y jurisdicción es afirmada, robustecida y vindicada por el Pastor Supremo y Universal.No sabemos ¡hasta cuándo! seguirán mirando para otro lado al conminarlos -en el Nombre de Quien dicen amar- a trabajar DE UNA VEZ POR TODAS para que haya un sólo rebaño y un sólo Pastor, que es la única manera para que no sigan siendo “una muchedumbre de obispos confusa y perturbada” (León XIII) que contribuyen con su indolencia a la negación tácita y práctica de la Visibilidad de la Iglesia; porque el fundamento VISIBLE, instituído por el mismo Jesucristo, que le da fuerza y solidez ES EL PAPA y no ellos, aunque sean muchos y santos.La caridad más grande que pueden demostrar a Dios y a los fieles es que vean que se desviven y desangran por el bien eterno de las almas llevándolas al único redil de Cristo regido y gobernado por el Sumo Pontífice; siendo este, hoy, su deber más sagrado. Todo lo demás es como golpear al aire.Señores Obispos: “¡ Ya no durmáis, no durmáis, pues que no hay paz en la tierra!” (Sta. Teresa)
 
 
+ Julio Aonzo
 
Argentina, 17 de agosto de 2009
 

P.S.: La propuesta es la de reunir CUANTO ANTES en un Concilio a todos los Obispos Católicos Sedevacantistas para “pulir” el lenguaje y distinguir y separar la Unica Iglesia Católica inmaculada y perfecta de la Gran Ramera Apostática. Hecho ésto proceder a un cónclave. No existe ninguna razón para no llevarlo a cabo.Descargo: Que Dios no me reproche haberme “dormido” en esta “Agonía”. La voz de alerta fue dicha. El tiempo vuela y el Señor viene.